martes, 8 de junio de 2010

Natación desde chiquitos: fortaleza fisica y emocional




Los ejercicios en el medio acuático fortalecen los músculos, mejoran la coordinación y optimizan el manejo de la respiración de los niños. Es innegable que permanecer varios minutos en la tina, en la piscina o en el mar causa un placer que no se puede explicar. Mejor aún, cuando se logra disfrutar placenteramente del agua y de las actividades que se pueden hacer dentro de ella. Sin embargo, algunas personas encuentran este espacio un poco aburrido y hasta peligroso, y quizás sea porque no hay afinidad con el medio o porque, a muy temprana edad, se experimentaron circunstancias desagradables. Por eso, la importancia de que un niño esté familiarizado con el agua desde muy pequeño. No solo por vencer el miedo, sino porque tendrá la posibilidad de mejorar sus habilidades físicas y emocionales. En estos casos, los expertos recomiendan que el niño ingrese a clases de natación para bebés o matronatación.

“Cuando el niño está dentro del vientre materno, ha permanecido en un medio líquido. Salir al exterior, a un medio como una piscina, no es un cambio tan dramático para él, como piensan los padres que creen que el pequeño se les va a ahogar. Al contrario, si un niño aprende a estar en el agua desde muy chiquito, le va a gustar toda la vida y va a estar muy seguro cuando esté en un medio acuático”, dice Gloria Hernández Forero, coordinadora docente de la escuela de salvamento de la Cruz Roja Colombiana.

La natación inicia desde que el bebé está en la tina, explica Álvaro Garavito, coordinador de natación e instructor de matronatación de la Foca Marina. La diferencia con la piscina, además del tamaño, es que este lugar desconocido tiene varios implementos y la gran posibilidad de experimentar nuevas sensaciones. Si un niño está familiarizado con la tina y ha tenido un proceso de trabajo en el agua, va a tener muy buenos resultados.

Beneficios ‘acuáticos’
Gloria Hernández y Álvaro Angarita, expertos en el tema, señalan algunos beneficios de que los niños practiquen la natación desde temprana edad:
- Mejora sus habilidades motoras y de coordinación muscular.
- Fortalece el sistema respiración, circulatorio y cardiovascular
- Ayuda en el crecimiento.
- Permite conocer y manejar una piscina, sin que se convierta en una forma de salvamento, pero permitiendo evitar futuros accidentes, promoviendo así la seguridad dentro de las piscinas. “Es importante que el niño aprenda, desde el comienzo, a defenderse en el agua para que, más adelante, no tenga las terribles consecuencias cuando se descuida a un niño en este espacio”, señala la docente.
- Mejora el apetito y el sueño.
- Fortalece la interrelación entre padre e hijo y fomenta la sociabilidad con otros niños.
- Estimula la concentración y el manejo de una disciplina deportiva, sin que esta sea la toma definitiva de un deporte.
- Incrementa el proceso de la comunicación y trabaja la parte del lenguaje, ya que, a partir de las instrucciones del profesor o las dinámicas de los padres, ellos van conociendo palabras y expresiones.
- Fomenta el esparcimiento, la recreación y se lleva al niño a un medio que es familiar para él, pero con la oportunidad de explorar nuevas sensaciones.
- Evita el miedo en los niños, si no ha tenido traumas pasados.

A nadar, pero con seguridad
- La piscina. Debe ser adecuada para los bebés. Si está construida en clima frío, es importante que esté climatizada y sea cubierta. La supervisión y el tratamiento por parte de un control intrabiológico de un laboratorio privado es fundamental. Recuerde que los niños suelen ser muy delicados y pueden adquirir infecciones fácilmente.
“Las piscina deben ser aptas y diseñadas exclusivamente para el trabajo de los papás y los bebés. A nivel visual, para un niño trasladarse de su tina a la piscina es mucho más incómodo y genera temor”, explica Angarita.
- Personal calificado. El instructor debe estar certificado por autoridades reconocidas en el tema. Debe conocer de salvamento, primeros auxilios y pedagogía; además, es fundamental que tenga buena disposición con los niños, ya que es la persona encargada de dar las recomendaciones a los bebés y a los adultos dentro del agua. Según Gloria Hernández, “un instructor no debe tener más de 5 niños en clase. En el caso de los bebés, debe haber un acudiente con cada pequeño dentro de la piscina”.
- Elementos. Flotadores, tablas, gusanos, títeres, baldes, pelotas, juguetes de colores y diversas texturas, entre otros, son utilizados para persuadir y realizar las actividades con los pequeños. Estos deben ser elaborados con el fin de que puedan ser manipulados y utilizados por ellos, sin problema.
n Se recomienda el monitoreo de cámaras y videos y la contratación de agentes externos por parte de la escuela de natación, que puedan presentar servicios de salud, por si se presenta algún imprevisto.

Ejercicios en el agua
1. Saludo. El contacto visual es la parte inicial y fundamental de la clase. El adulto se familiariza y comienza a manejar a su bebé. Esta etapa puede comenzar con un canto para saludarlo.
2. Zigzagueo o serpenteo. Trabaja la parte inferior y superior del cuerpo. El adulto debe coger de las axilas al niño, en forma de gancho, haciendo una plataforma y evitando que tome agua. Y debe desplazar al bebé en zig-zag o como lo hace una serpiente. Este ejercicio se hace para conocer el medio y para que comiencen a patear.
3. Locomoción y calentamiento. El adulto debe ayudar al niño a alternar, primero, las piernas y, luego, los brazos, mientras se mueve en el agua.
4. Motivación. Se puede realizar con pelotas. La idea es lanzar una para que el niño se desplace a cogerla. Esta actividad ayuda en la coordinación de ojo-mano y en el movimiento de piernas y brazos. Se trabaja con juguetes llamativos.
5. Trabajo de independencia y locomoción. El adulto se ubica detrás del niño, moviéndole las piernas, para que él trate de impulsarse. Luego, se hace el mismo ejercicio, pero buscando que ellos lo ejecuten solos.
6. Equilibrio. El implemento (flotador o gusanito) se coloca debajo de las axilas de los niños para que trabajen la locomoción, el equilibrio y el balance. Este tiene más grado de dificultad para los bebés de un año de edad, en ellos aparece el reflejo de enderezamiento y, por ende, les cuesta mantenerse acostados. Se trabajan piernas y brazos.
7. Manejo de bloqueos. Para que el niño empiece a tener confianza en el agua y a trabajar los desbloqueos de respiración, se debe jugar cuidadosamente con el líquido. Durante el primer año existe un reflejo que hace que el niño sostenga su respiración, mientras hay agua dentro de las vías de respiración. Cuando manejamos ese reflejo, el niño acepta y maneja esa sensación de asfixia y permite manejar las inmersiones dentro del agua. Un ejercicio muy práctico es jugar con chispeos y, luego, derramando un poco de agua sobre la cara del niño.
8. Imersión. La idea es sumergir cuidadosamente al bebé. Primero, se debe hacer un conteo, luego estimular al niño y, finalmente, sumergirlo por poco tiempo. Cuando él salga del agua, hay que felicitarlo. Para este ejericio, debe haber una preparación previa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario